lunes, 7 de junio de 2010

Contradicciones de gestión en las universidades del Perú

El fin de semana pasado accionando por Lima uno puede notar claramente las diferencias en las realidades que viven dos universidades emblema del Perú, que denotan una sociedad contradictoria.

En la Pontificia Católica se tiene una infraestructura, no tan nueva, pero bien conservada, ordenada y limpia. En la San Marcos, específicamente en la Facultad de Medicina de San Fernando se notan ambientes caóticos, lo contrario de la anterior.

Como simple asistente a eventos realizados en ambos lugares, uno se pregunta porque sucede tal contraste en instituciones asentadas en la Capital del país y separadas a escasos metros entre los dos campus.

Uno puede ensayar que en la privada hay presupuesto y lo contrario en la estatal, mas no es el factor fundamental.

La estatal tiene presupuesto también, eso que sucede es que no hay conciencia de responsabilidad para cuidar y mantener operativo, funcional, adecuado el material y la infraestructura por el personal designado para ello (personal de servicio), por los docentes y alumnos.

Se resume en: no me cuesta nada, entonces no me importa. Nadie me controla adecuadamente, los manuales, reglamentos están de adorno. Es el clásico comportamiento del burócrata y de las cosas que se reciben gratuitamente.

Con ello no quiero decir que es una condición que se debe asumir resignadamente, porque se puede mejorar, se puede cambiar tal actitud de los componentes de una universidad estatal como es la San Marcos.

Nosotros tuvimos la experiencia de cursar estudios en los claustros agustinos en Arequipa en la década de los 90's. Y no vivimos ese panorama deplorable del San Marcos actual. Porque se dió eso?. Veamos:

Primero habia una mentalidad de gestión propositiva y un liderazgo ejecutivo para implantar esos cambios.

La gestión de ese entonces "consensuaba" objetivos con los estamentos universitarios, se buscaba "sostenibilidad" ante la coyuntura de la dictadura de entonces, se aunó la visión para no justificar una intervención militar del fujimorismo. Se aplicaba el enfoque sistémico.

Por eso nuestras paredes universitarias eran sagradas, nuestras manifestaciones políticas eran objetivas, en lugares adecuados, había confrontación de propuestas pero mediante canales innovadores. Nuestros problemas internos se resolvían dentro, para afuera eramos sólo uno. Varios dedos que al cerrar formaban un solo puño.

Unido a ello se fomentó la generación de ingresos propios en cada facultad y escuela, para mejorar progresivamente nuestros materiales, equipamiento y ambientes de estudio. Así lo que nosotros generábamos lo cuidábamos, le dábamos el adecuado mantenimiento. Era nuestro.

Respecto al liderazgo ejecutivo se debe reconocer que es un factor necesario y primordial para implementar cualquier plan  de cambio y mejora constante. El liderazgo se hace con equipo, no hay caudillismos sostenibles.

Juan Manuel Guillén Benavides, sin ser lo que hubiéramos querido, cohesionó estos dos puntos mencionados y llevó a la UNSA de los 90 a ser respetada hasta por la dictadura y valorada por la sociedad arequipeña en específico, con la cual se compenetró para juntos proponer cambios en la sociedad peruana, ante la ambición del totalitarismo de enraizarse en la vida nacional del Perú.

Esperamos que nuestras universidades públicas y las instituciones estatales en general, apliquen modelos de gestión, donde primero se valore al humano y con él generen modelos de desarrollo organizacional que propendan al despliegue de las habilidades y potencialidades de todos los que conforman estas instituciones que velan por el desarrollo humano de nuestros habitantes. Acerca del desarrollo académico... tema de futuros reportes.

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